afecto y disidencia. Reprogramando lo público desde el común
Aunque desde la segunda guerra mundial los barrios del Sur de la isla de Manhattan, como Loisaida, Little Italy, Chinatown o el Soho, ya mostraban signos de decadencia, fue en la crisis económica y financiera de los 70, cuando se convirtió la zona en un tejido residencial salpicado de solares inutilizados y edificios derruidos. Pese al abandono administrativo y a la falta de inversión privada, en el barrio de Loisaida1 habitaban, aunque generalmente de forma ilegal2, muchos inmigrantes “new–comers” y “old–timers” portorriqueños3. Desde 1973, estos vecinos fueron creando una red de espacios comunitarios que, de forma espontánea y difusa4, combatía la falta de equipamientos y zonas verdes del barrio. El grupo Charas5, descrito por Mottel como “un movimiento de desarrollo comunitario autogestionado y
procreativo”6, apostó por la apropiación y rehabilitación, convirtiendo los solares abandonados en áreas de experimentación. Desde 1965, colaboraban con artistas y arquitectos como Buckminster Fuller y Gordon Matta–Clark que contribuyeron a la cristalización de estas espacialidades alternativas de afecto y disidencia. Los arquitectos favorecieron la creación de herramientas y procesos de autogestión propios en la comunidad, ayudando a la supervivencia y en ocasiones a la legalización de los espacios. Sus arquitecturas, autoconstruidas y sin pedigree, consolidadas a lo largo de años, hoy conforman jardines comunitarios que se mantienen apartados del espacio público sin dejar de estar conectados a él y presentan, además, tecnologías y códigos propios.
Este trabajo de investigación está en curso. Sobre él he publicado dos artículos que puedes consultar aquí:
2017-2020
New York, Loisada
Natalia Matesanz, Clara Guixeras
Research